lunes, 12 de abril de 2010

Te fuiste, y me dejaste sin palabras. Aún hoy, que sigo intentando despedirme de tí, no sé que decirte. Que eres imprescindible te lo habían dicho ya, y no hace mucho. Que te quiero, que estás en todo lo que hacemos y lo que nos queda por hacer, que se nota cuando estás y cuando no estás, porque compartes con nosotros toda tu alegría, tus sonrisas, tus abrazos...te compartes con nosotros toda tú y nos haces disfrutar de tí. Todo eso te lo he dicho ya. Y que eres un ejemplo de superación, que has hecho un trabajo increíble en el último año, que me contagias tus ganas de comerte la vida a bocaos, que me encanta verte así y que eres capaz de hacernos conscientes de lo agusto que estamos todos juntos y lo afortunados que somos de tenernos. Mi niña, te echo de menos. Y me doy cuenta de cómo era yo cuando estaba contigo, parece un cliché, pero joder, es que me hacías sentir especial, eso no lo hace cualquiera. No te imaginas el vacío que nos has dejado, y lo que duele sólo pensar que no vas a entrar por la puerta cuando estamos todos, me parece increíble todavía, y por eso no paro de buscarte. Hace un par de días me sorprendí al darme cuenta de que estoy esperando que alguien me diga que esto no es verdad. Pero no pasa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aquí me tienes.
A ratos encendido, a veces feliz.
Aquí te espero.
A ratos generoso, a veces audaz.
Al plomo de la realidad