Creo que estoy llegando al punto de equilibrio entre el implicarme demasiado y pasar de todo … es curioso que siempre me pase igual, cuando intento alejarme de un extremo no me percato de que inconscientemente me voy derechita al contrario, con la edad me estoy radicalizando mas, y yo que pensé que esto era cosa de la adolescencia... Podría ser peor, pero reconozco relativamente pronto el haberme ido justo al otro extremo. Esto puede parecer algo fácil de identificar, pero cuando me ciego en alejarme de algo, no me doy cuenta de hacia adónde me dirijo peligrosamente hasta que no estoy con el barro hasta las cejas, lo cual es igualmente desacertado, y al darme cuenta de dónde estoy entro en un estado caótico, donde las emociones se va superponiendo unas a otras a la velocidad de una infernal montaña rusa: frustración, autocompasión, culpabilidad, irritabilidad, ansiedad, angustia, puff …y luego llega la calma, el momento maravilloso de verlo todo desde un punto de vista más objetivo, mis errores y mis aciertos se desmarcan los unos de los otros, llega la luz y la serenidad y la calma, y encuentro el camino de vuelta… y entonces es cuando siento la lección aprendida, y dónde está ese punto justo entre los vicios, la virtud de Aristóteles, y todas esas cosas que al parecer ya estaban todas inventadas y que no tengo manera de aprender si no es pasando por el dolor, como todo en la vida… Pues parece que así tiene que ser, así no se olvida.
Sienta bien escribir algo despues de tanto silencio, y una vez puesta no ha sido tan difícil, ha sido hasta terapéutico, aunque no es el tema más indicado, es lo que ha salido... Gracias por estar ahí, David
No hay comentarios:
Publicar un comentario